Categoría: Seguridad de la Información
Es un hecho innegable que la importancia de la concienciación en materia de seguridad dentro de la organización es un factor de vital importancia para la seguridad efectiva de la misma. Sin embargo suele ser la gran olvidada, existe la creencia de que invertir en otros aspectos de la seguridad, como el ámbito técnico u organizativo, va a suplir la necesidad de formación cuando la primera barrera de protección es el propio usuario.
Y es que conseguir que la seguridad de la información sea algo tan contagioso como el espíritu de la navidad no es una tarea fácil, primero hay que convencer a los reyes magos de que el espíritu de la seguridad es necesario que llegue a todo el mundo y después conseguir que éste se contagie y cale lo más hondo posible y en el mayor número de personas. Pero esto no basta, como cada año, el espíritu de la navidad vuelve para recordarnos valores que son importantes y es que tenemos la mala costumbre de olvidar las cosas que no se nos recuerdan. Sin duda, no sería lo mismo la navidad si fuese cada cinco años, y por eso, cuando se trata de espíritu , los medios para mantenerlo encendido deben ponerse a intervalos lo suficientemente cortos.
La navidad tiene un plan, para muchos muy agradable y para otros no tanto, pero la cuestión es que nos visitará todos los años en las mismas fechas con sus renos, papá noel, la estrella de oriente, los árboles y los regalos, y con la seguridad debe pasar algo parecido, también debe tener un plan, un plan de formación y concienciación en materia de seguridad que mantenga viva la llama interior de todos antes de hacer un click a un correo con 3500 destinatarios porque cree que va a recibir 250€ por cada correo que envíe, que nos alerte de que los bancos no nos piden nuestras claves o que nos repita interiormente "yo formo parte de la seguridad de esta organización".
El espíritu de la navidad no siempre habitó en nosotros, lo fuimos aceptando a través de una cultura y una educación que nos lo inculcó y nos ha llevado a formarnos una opinión, y en ocasiones un cierto sentir al respecto, ya sea para bien o para mal. Y el problema del espíritu de la seguridad es que no se conoce, no se puede tener una opinión de lo que no se conoce, no se conoce lo que no se divulga, no se divulga lo que no se identifica como importante y lo que no se considera importante cae en el olvido dando lugar a... lo que dios quiera (versión para los creyentes) / lo que el destino nos depare (versión para los no creyentes).
Quizá en generaciones venideras el espíritu de la seguridad vaya junto al de la navidad, ambos cogidos de la mano y en convivencia en una misma persona educada en la generación digital y la cultura de la información con acceso global, pero hoy vivimos una transición que crea un ambiente de especial riesgo por el analfabetismo digital y por el analfabetismo en seguridad, porque, si, efectivamente, no todo el que es (o se considera) conocedor del mundo digital es consciente de los riesgos que implica el que su ordenador esté accesible a 1.007.730.000 personas. Quizá si se le hiciera pensar en 1.007.730.000 personas paseando por enfrente de su casa, algunos con conocimiento de cómo se abren ventanas desde fuera y cómo se rompen cerraduras, se le haga reflexionar y consigamos que nazca en él el espíritu de la seguridad.
Hasta que llegue el momento en el que el espíritu de la seguridad nazca de cada uno de nosotros fruto de la cultura y la educación, habrá que poner posters en las paredes de la organización, avisos en los inicios de sesión, multiplicar la política de seguridad de la organización en más de un sitio visible, comunicar y recordar las directrices para el buen uso de los sistemas y buenas prácticas de navegación y lo más importante; recordarle siempre a todos los usuarios que de su espíritu por la seguridad depende la supervivencia de la organización.
Salu2!
Es un hecho innegable que la importancia de la concienciación en materia de seguridad dentro de la organización es un factor de vital importancia para la seguridad efectiva de la misma. Sin embargo suele ser la gran olvidada, existe la creencia de que invertir en otros aspectos de la seguridad, como el ámbito técnico u organizativo, va a suplir la necesidad de formación cuando la primera barrera de protección es el propio usuario.
Y es que conseguir que la seguridad de la información sea algo tan contagioso como el espíritu de la navidad no es una tarea fácil, primero hay que convencer a los reyes magos de que el espíritu de la seguridad es necesario que llegue a todo el mundo y después conseguir que éste se contagie y cale lo más hondo posible y en el mayor número de personas. Pero esto no basta, como cada año, el espíritu de la navidad vuelve para recordarnos valores que son importantes y es que tenemos la mala costumbre de olvidar las cosas que no se nos recuerdan. Sin duda, no sería lo mismo la navidad si fuese cada cinco años, y por eso, cuando se trata de espíritu , los medios para mantenerlo encendido deben ponerse a intervalos lo suficientemente cortos.
La navidad tiene un plan, para muchos muy agradable y para otros no tanto, pero la cuestión es que nos visitará todos los años en las mismas fechas con sus renos, papá noel, la estrella de oriente, los árboles y los regalos, y con la seguridad debe pasar algo parecido, también debe tener un plan, un plan de formación y concienciación en materia de seguridad que mantenga viva la llama interior de todos antes de hacer un click a un correo con 3500 destinatarios porque cree que va a recibir 250€ por cada correo que envíe, que nos alerte de que los bancos no nos piden nuestras claves o que nos repita interiormente "yo formo parte de la seguridad de esta organización".
El espíritu de la navidad no siempre habitó en nosotros, lo fuimos aceptando a través de una cultura y una educación que nos lo inculcó y nos ha llevado a formarnos una opinión, y en ocasiones un cierto sentir al respecto, ya sea para bien o para mal. Y el problema del espíritu de la seguridad es que no se conoce, no se puede tener una opinión de lo que no se conoce, no se conoce lo que no se divulga, no se divulga lo que no se identifica como importante y lo que no se considera importante cae en el olvido dando lugar a... lo que dios quiera (versión para los creyentes) / lo que el destino nos depare (versión para los no creyentes).
Quizá en generaciones venideras el espíritu de la seguridad vaya junto al de la navidad, ambos cogidos de la mano y en convivencia en una misma persona educada en la generación digital y la cultura de la información con acceso global, pero hoy vivimos una transición que crea un ambiente de especial riesgo por el analfabetismo digital y por el analfabetismo en seguridad, porque, si, efectivamente, no todo el que es (o se considera) conocedor del mundo digital es consciente de los riesgos que implica el que su ordenador esté accesible a 1.007.730.000 personas. Quizá si se le hiciera pensar en 1.007.730.000 personas paseando por enfrente de su casa, algunos con conocimiento de cómo se abren ventanas desde fuera y cómo se rompen cerraduras, se le haga reflexionar y consigamos que nazca en él el espíritu de la seguridad.
Hasta que llegue el momento en el que el espíritu de la seguridad nazca de cada uno de nosotros fruto de la cultura y la educación, habrá que poner posters en las paredes de la organización, avisos en los inicios de sesión, multiplicar la política de seguridad de la organización en más de un sitio visible, comunicar y recordar las directrices para el buen uso de los sistemas y buenas prácticas de navegación y lo más importante; recordarle siempre a todos los usuarios que de su espíritu por la seguridad depende la supervivencia de la organización.
Salu2!